
La cruzada del gobierno de Donald Trump por reducir el número de personas que tocan la puerta de Estados Unidos para pedir protección no tiene límites geográficos. Mientras que en la frontera sur, su administración echa mano de reglas y decretos para tratar de disuadir a las familias centroamericanas que, a su juicio, se aprovechan de las “lagunas legales” del sistema estadounidense, en el extranjero ha buscado llegar a tratos, a menudo impulsados por amenazas, para que otros países asuman la responsabilidad de acoger a solicitantes de asilo de otras naciones que se dirigen a EEUU.
Después de intentarlo con los gobiernos de México y Guatemala, Washington tratará ahora de convencer a Panamá de que se convierta en ‘tercer país seguro’ para acoger principalmente a refugiados asiáticos y africanos, según le confirmó una fuente de la Casa Blanca que habló en condición de anonimato al periodista Edwin Pitti de Univision Noticias, en Washington.